Hoy hace 10 años que se murió mi madre. Llevo una década viviendo sin ella a mi lado (más de 1/3 de mi vida), y me parece mucho y poco tiempo a la vez.
Y tengo sentimientos encontrados al respecto. Me siento muy agradecida por haberla conocido y haberla tenido como madre. A día de hoy aún sigo aprendiendo de ella aunque no esté físicamente a mi lado. Su memoria aún vive en mi y me sigue acompañando en cada paso que doy (aunque algunas veces lo olvide).
Y también siento rabia porque ahora mismo no pueda estar aquí, conmigo. A no poder volver al nido que me vio nacer y crecer porque ya no existe. A no tener su mano cogiéndome la mía cuando algo no va bien. A no poder hablar con ella cuando dejo de creer en mí. A no poder disfrutar más de mis comidas favoritas ni poder rescatar las recetas que cocinábamos juntas. A no poder enfadarme con ella por algo que me ha dicho que hiciese. A no poder hacerla partícipe en todo lo que hago. A no tener a quién preguntar cosas que he olvidado. A no poder abrazarla más.
Veo cómo año tras año recuerdo menos su cara, su voz, su risa, sus gustos… y tengo menos presente las memorias que hemos compartido juntas. Y siento un miedo latente dentro de mi a que llegue un día en que lo olvide todo de ella. Y me veo culpándome a mi misma por no poder mantener intacto su recuerdo dentro de mi.
Estos últimos días he estado cantando en bucle el ‘Ay Mamá’ de @rigobertabandini (¿quién no?), y he sentido una liberación enoooorme al poder volver a decir la palabra ‘mamá’ en voz alta. Quizá parecerá una tontería, pero hacía taaaaanto tiempo que esa palabra no salía por mi boca que lo echaba mucho de menos. Y me alegra poder tener un himno con el que celebrar la relación con mi madre, especialmente en un día cómo hoy (gracias Rigo).
Gracias a todas las madres que han estado, están, y van a estar.
Y gracias a la mía que me ha traído hasta aquí y me ha dado la vida.
T’estimo molt, mama, i et trobo a faltar.
T’abraço ben fort des d’aquí,
IRENE

