Muchas veces escuchamos la frase ‘el tiempo todo lo cura’. Y, en realidad, no es así.
El tiempo, o más bien la percepción que tenemos del paso del tiempo (porque el tiempo no existe), apacigua las emociones que hemos vivido ante un suceso pero no ‘cura’ la herida per se.
El paso del tiempo lo único que hace es disminuir la intensidad de las emociones encontradas, como cuando nos hacemos una herida al caernos y nos duele. El dolor se va calmando pero la herida sigue ahí. Y eso cicatriza. Por eso, en algunas ocasiones, cosas que creíamos haber sanado salen cuando menos nos lo esperamos por cualquier roce porque reabre la herida o nos toca en la cicateiz.
Y, entonces, cómo se curan las heridas? Qué podemos hacer?
Desde mi propia experiencia puedo decir que lo que me ha servido a mi ha sido (1) revivir las emociones que en su momento pensé que no podría suportar (y luego al revivirlas ves que no era tanto como pensabas) y (2) reescribir la historia que me he contado a mi misma sobre el suceso.
Hay vivencias y situaciones que tardan más en curarse ya que las heridas están bien arraigadas dentro de nosotrxs y viven en nuestra zona más oscura. Y estas son las que cuestan más trabajo y amor dejarlas ir. Porque nos identificamos con esas heridas.
Quizá es más cuestión de amor, compasión, responsabilidad, cuidados, mimos, escucha, y abrazos que de tiempo.