Amar a alguien con las manos abiertas es como dejar que el pájaro más peculiamente bello que hayas visto jamás se fije en ti y decida ponerse en tu mano abierta. Y tu lo dejes ser y estar así, tal cual, sin querer cerrar la mano ni meterlo en una jaula. Siendo consciente en todo momento que podría estar en cualquier sitio en el mundo y aún así, sigue en tu mano, junto a ti. Y quizá llegue el día en que decida alzar el vuelo, se vaya volando libremente y vuestros caminos se separen. Pero hasta que no llegue ese momento, disfrutas del contacto y del día a día a su lado.